Vivir supone exponerse a numerosas situaciones que generan infinidad de emociones y como gestionarlas supone un grandísimo reto. Actualmente, una de las emociones predominantes es el miedo; miedos a contagiarse, miedos a perder a un ser querido, miedos a enfermar, miedos a los efectos secundarios… en definitiva, miedo a vivir.
Muchos de estos miedos son totalmente funcionales, existe un peligro real y el miedo nos pone manos a la obra para protegernos de este peligro; pero cuando se convierte en irracional, es decir, sin un peligro real, o la protección o defensa frente al peligro supera con creces a la amenaza, entonces es cuando dejamos de vivir, de vivir el presente.
Y es que cuando uno vive asume riesgos y eso es la vida, cogemos un camino sabiendo que dejamos otros atrás, y que el elegido probablemente tiene cosas maravillosas pero también piedras en él que costará sortearlas y estas harán el camino difícil pero bonito para quien sepa disfrutar de él.
El miedo a veces, nos pone en situaciones futuras inexistentes y nos hace dudar de nuestras propias capacidades y mucho peor, el miedo no nos deja vivir el presente, fantaseando constantemente con un futuro problemático e incierto. Cuando este miedo irracional se apodera de nosotros, de nuestros pensamientos y actos, es cuando dejamos de centrarnos en lo que necesitamos, en el presente, en el aquí y el ahora; Buscamos millones de actividades, pensamientos, al fin y al cabo excusas para evitar mirarnos y mirar alrededor de nuestro presente y disfrutarlo.
Este presente en ocasiones da miedo vivirlo y por ello nos vamos a preocupaciones futuras o hechos pasados que no se pueden cambiar; y este es el miedo a vivir que últimamente tan presente está en nuestras vidas. Tan necesario es protegerse de un peligro como evitar que este inunde todo nuestro ser.
Dedicar tiempo centrarnos en disfrutar el presente, poder poner una atención plena a aquello que hacemos y exprimir esos momentos al máximo, creo que es el mejor antídoto frente a este miedo que nos quita la vitalidad.
La vida es muy bonita como para centrarnos en los peligros del futuro y mientras que intentemos evitar problemas futuros no nos dejamos vivir el presente, que es lo único real que tenemos.
La vida es un regalo envuelto, el cual podemos fantasear con que hay dentro de él y temer aquello que podamos encontrar; o por el contrario podemos abrirla y disfrutarla a pesar de que lo que contenga a veces duela, pero que siempre compensará.
Javier Sanz Rivera.