Soñar es algo que TOD@S hacemos cada noche (salvo contadas excepciones). Nuestra fase REM del sueño es mágica y poderosa, pues gracias a la desactivación de nuestro sistema reticular (SARA), la actividad de nuestro cerebro es máxima, sin tener capacidad de escapatoria ya que nuestro tronco cerebral bloquea las neuronas motrices, quedando paralizados.
Pero el cerebro es sabio y necesita soñar. Porque el sueño REM es esencial para regenerar el cerebro, la actividad de nuestros genes y la reparación de moléculas, además de consolidar nuestra memoria y aprendizaje. Por eso, curiosamente, recordamos nuestros sueños si despertamos en el momento adecuado.
Una herramienta para ayudar a niñ@s (y mayores) a sanar algunos miedos y conectar con el mundo de los deseos.
Por eso es tan importante dormir, o más que dormir, cuidar de nuestro descanso nocturno. Quizás por eso, cuando un bebé viene al mundo una de las primeras cosas que necesita regular es el sueño. Y por extensión, una de las primeras cosas que l@s madres/padres necesitan que se organice en sus hij@s es el sueño. Porque solo así, las rutinas funcionan, y la salud emocional no se ve alterada o incluso mejora.
Es cierto que cuando hablamos de soñar, conectamos con el deseo y con los finales bonitos es esa maratoniana cantidad de imágenes que se cuelan en nosotros cada noche. Pero hay veces, que los sueños se transforman en pesadillas, y la agitación, el miedo, la angustia e incluso el terror se apoderan de nosotros para revolvernos entre las sábanas.
En el caso de los niñ@s, aproximadamente entre los 4 y los 8 años, es cuando un mayor número de pesadillas se producen. Evolutivamente son edades donde hay mayor vulnerabilidad a sentir ciertos miedos, y es importante estar atentos, para que a los adultos no nos embargue más miedo que a ellos ante el no saber qué hacer en estos episodios.
Por eso, os invito a construir la caja de los sueños. Para hacerlo, simplemente, es necesario tener cerca de la mesilla o en el cuarto de los peques (o en el nuestro, si es para nuestra propia reparación). Podemos colocarla junto a nuestro “Tótem de la calma”, y así podremos ir completando nuestro “botiquín emocional”.
En el caso de l@s niñ@ más pequeñit@s, será de mayor ayuda usar el dibujo y los colores. Conforme sean mayores o en el caso de adultos, puede combinarse o priorizar la escritura para hacerlo.
Dos maneras de usar la caja de los sueños
- Para crear finales diferentes a esas molestas pesadillas. Por ejemplo, ayudando a los más pequeños a sentir que pueden dormir seguros porque intentarán guardar en su caja un final diferente para ese sueño que tuvieron. No es necesario convencerles de que eso pasará o no, sino más bien, es una ayuda para que puedan conciliar el sueño de manera segura y tranquila. Y además, es una herramienta maravillosa para que puedan expresar de alguna manera eso que tanto les asusta o les inquieta por dentro (porque, a veces, el miedo se hace grande y crece por sentir que no puede ser expresado) .
Pueden dibujar o escribir ese final, y dejarlo en la caja, como un tesoro que les ayuda a sentir que pueden explorar ese miedo sin sentir que tienen que salir corriendo. En el caso de existir un despertar nocturno, se les puede consolar y dar seguridad, ayudándoles a dormir, pensando de nuevo en un soñar diferente. Pueden mirarlo cuantas veces quieran, cambiarlo, modificarlo… Tampoco es necesario hacerlo antes de ir a dormir, cualquier momento del día puede ser bueno.
- Para visualizar esos deseos que les gustaría poder ver en la noche. Soñar que son súper héroes y pueden volar, que son gigantes y recorrer el mundo en dos zancadas, que les sale fenomenal el examen del día siguiente… El método es el mismo que el anterior, un dibujo, incluso pintar de un color que represente su sueño, escribir una frase o palabra que ayude a imaginarlo. Guardarlo en la caja, recordarlo y visualizarlo sintiendo esa magia de ser CAPACES de soñarlo.
Esa caja se llenará de aprendizaje que el cerebro, desde su sabiduría, consolidará en la memoria, para crear un sentir diferente. La idea no es hacerlo para que funcione (desde el resultado), porque nada nos asegura que visualizar un final diferente sea indicador de soñar con ello. La idea verdadera es hacerlo para que el cerebro sienta y se emocione (desde el proceso), con la intención de que siembre algo que germine en una sensación buena.
A veces, necesitamos soñar lindezas, pero otras veces, las pesadillas nos recuerdan algo que necesitamos calmar, que necesitamos organizar y a lo que dar espacio en una ruta nueva y protectora.
La caja de los sueños es una forma de dar seguridad desde la inseguridad, dar valor desde el miedo y soñar desde un lugar al que solo accedemos con los ojos cerrados. Es un acto de aprender a CONFIAR.
Os invito a soñar bonito, y como dice la frase: “Ningún soñador es pequeño y ningún sueño es demasiado grande”.