La vida te sitúa, con todo su poder, en el lugar en el que quiere que estés. Siento que, a veces, nos empeñamos en colocarnos en el lugar donde sentimos control, seguridad o un lugar elegido que creemos que es donde debemos estar. Pero, de repente (o no tan de repente, siendo sincera) llega la maternidad y te descoloca todo lo que tenías tan bien organizado. Nunca pensé que el caos iba a ser una experiencia tan maravillosa en mi vida y nunca pensé que gracias a él y a la incertidumbre de no controlar casi nada, iba a ayudarme a poder encontrarme en el mejor lugar en el nunca pude estar.
No quiero hablar de la maternidad de color de rosa, eso es cosa de redes sociales y de cuentos idílicos. Tampoco vengo a hablar de lo oscuro de la maternidad, porque ni mucho menos creo que todo sean sombras. Solo vengo a compartir la maternidad de un prisma real (o mejor dicho, desde mi vivencia), natural y cercano a lo que realmente es la vida.
Creo que el instante en el que tu bebé te mira al nacer es el instante donde descubres a partes iguales la gran fortaleza que tienes (es un acto grandioso el traer una vida al mundo) y a la vez, la vulnerabilidad indescriptible al ver a ese pequeño bebé lleno de dependencia al que hay que cubrir entre mantos de amor incondicional. Y sí, es INCONDICIONAL, porque no puede ser de otro modo.
¡Qué bendita es la oxitocina! que ayuda a relativizar el parto o la vivencia de este y te llena de ese amor incondicional para que puedas compartirlo. ¡Qué bendita es!, que ayuda a que nuestras neuronas seleccionen lo que quieren compartir de la crianza en el futuro. Aquí es cuando entiendes que la gente te cuente lo maravilloso que es todo (que lo es) pero que obvien si sus bebés dormían regular o si las dejaban cansadas hasta la extenuación. Me encanta el poder de algunas hormonas y su efecto en nuestro organismo.
También es vital, el entender que el postparto existe y que también se obvia, siendo un camino mejor o peor en según que casos. En el mío, lo recuerdo con cariño, fue bonito pero estuvo lleno de maratón emocional. Mirar a tu bebé y llorar sin saber porqué (bueno internamente cada una acaba conectando con su porqué) no tiene precio, sentir que el tiempo del día se acaba y apenas te has levantado del sofá porque las tomas se han solapado unas con otras o ser capaz de integrar que existe el súper poder de no dormir y seguir en pie, son frutos del postparto (entre muchos otros en realidad más profundos y llenos de emociones ambivalentes) . Pero también son frutos el sentir que tu cuerpo se adapta a un nuevo ser, sentir que estás llena de curiosidad por conocerle, entender su vida, darte cuenta que aún sigue más dentro que fuera y tienes que acompañarle a un nuevo mundo, sentir felicidad plena solo al verle abrir los ojos, verle un bostezo o mover sus manitas…Es el poder de la vida.
Siempre voy a recordar con cariño y mimo, como después de haber leído mil cosas, como tras dedicarme a acompañar a familias, la maternidad también me recoló en este plano. Necesité mi tiempo para descubrir que para poder sentirme bien en mi nuevo rol, necesitaba confiar en mi instinto, que el conocimiento me guiaba, pero lo que realmente me ayudó a sentirme cómoda fue sentir que la vida debe ser flexible y fluida. Que mi bebé era único y que necesitaba conectar con él para poder acompañarle. Creo que venir al mundo no es sencillo, es un acto heroico y requiere de paciencia y tranquilidad por lo quienes les acompañamos en este caminar. Sentir que podía perdonarme por no saberlo todo, entender que tenía que aprender a hacer una conjunción entre mi ser y la energía de mi bebé. Esta ha sido una de las más bonitas tareas que siento que me están ayudando a disfrutar plenamente de mi maternidad.
Relativizar y cambiar prioridades, darte cuenta de que la vida ya no entiende de prisas y estrés, que debes adaptar tus ritmos a los de una personita pequeñita. Descubrir que pierdes la memoria y olvidas tender una lavadora, llamar a esa cita que tenías marcado en fosforito en el calendario o nunca haces eso que dijiste “en un rato me pongo con ello” (¡porque cae en el olvido!). Pero no olvidas revisar un pañal, comprobar que tu bebé respira los primeros meses cuando duerme (y esto no es algo negativo, es la conexión de tu cerebro con tu cría, es naturaleza y supervivencia), o incluso sientes que te obsesionas porque sientes un llanto cuando estás en la ducha (pero tu bebé no está llorando). La biología es muy potente y nuestro cerebro cambia con la maternidad, es un hecho y tiene sus consecuencias.
Recolocar la vida es el acto de mayor amor incondicional que he hecho en estos apenas 6 meses, pero ha sido un acto de amor también hacia mi persona. Gracias a esto he integrado lo bonito que es cuidarme para poder cuidar, relajarme para poder estar presente, renunciar sin sentir que hay renuncia sino elección. Y no es algo que antes no hiciera, pero en mi caso, es cierto que he podido profundizarlo con mi experiencia. Esta en mi experiencia y comparto un pedacito de ella, porque creo que es sanador hacerlo. Pero cada maternidad es única, real y verdadera, y cada mujer tiene derecho a vivirla como le plazca, quiera o como pueda.
También la maternidad reabre muchas heridas, muchas sombras. En mi caso concreto, a mi me conectó con algo muy profundo que pensaba que estaba colocado, pero se ha reabierto y doy gracias a mi bebé por mostrármelo, porque de nuevo ha sido una oportunidad para transformarme y ser flexible conmigo.
Y para finalizar, mujeres del mundo os invito a acompañaros y hacer tribu, a no sentir la soledad en el maternaje. Todas llevamos un proceso más o menos largo a la hora de conciliarnos con la maternidad, a veces porque no llega, a veces porque tarda, a veces porque es demasiado rápido, otras porque no se esperaba o porque se esperaba demasiado, porque fantaseamos, porque nos desconectamos, o porque estamos muy en sintonía. Pero todo tiene cabida, es real y es VÁLIDO y necesita ser contado o al menos PERMITIRSE sentirlo.
Me quedo con la transformación, con la flexibilidad y con el cambio en constante movimiento. Gracias vida por permitirme esta experiencia.
Con todo mi amor incondicional a todas las MUJERES de este sitio al que llamamos MUNDO.