Crear y mantener una relación de pareja supone un reto. Al hablar de parejas tenemos que hablar necesariamente de sus diferentes crisis, pero no como un problema en la relación, sino como una oportunidad de cambio. Vamos a intentar plantear las crisis en pareja como algo necesario y natural que se da en toda relación, y de esta forma volver a elegirnos desde una posición más sana y así poder crecer juntos.
Necesidades y demandas en la relación de pareja
Antes de hablar de las diferentes crisis en pareja y muy en relación con ellas son las necesidades individuales que cada miembro coloca en la relación, cuantas más necesidades se coloquen en la otra persona más frágil es la relación, y nos centraremos más en buscar un ideal de pareja que en aceptar la pareja que tenemos. Es necesario que cada miembro de la pareja asuma sus necesidades o fragilidades como propias, las cuales todos tenemos, para no generar una demanda hacia la pareja imposible de cubrir; nadie nos puede dar aquellas necesidades que tenemos que cubrir nosotros/as.
Amar es amplificar la alegría del otro, no llenar un vacío que solo puede llenar uno/a mismo/a para a su vez así, sentirse pleno/a. Desde ahí podremos elegir de quien depender y sentirnos realmente independientes.
Etapas de las crisis en pareja
1ª Crisis en pareja: Es la etapa de la luna de miel. Surge una visión de lo que se desea ver, es decir, mi pareja es la mejor, no existe otra igual. Se tiene una visión de omnipotencia del otro miembro de la relación. En este periodo todo lo bueno esta exaltado y lo negativo a penas se ve, como si la relación quisiera ver solo lo bueno y multiplicarlo. Esta etapa es maravillosa y necesaria, ya que si la persona que acabo de conocer es uno/a más para que empezar una relación.
Esta primera crisis en pareja se define por empezar a ver al otro real y no al ideal. Esto no siempre es fácil, pero es sumamente necesario para llegar a una relación adulta. Puede que cuando se empiece a ver a la pareja y la relación desde la realidad y no tanto desde la idealización, con sus pros y sus contras, uno/a decida no continuar con esta relación y se produzca una ruptura, porque aquello que veo no es aquello que buscaba; o por el contrario puede que se produzca una elección desde una visión real del otro/a y desde ahí aceptarse con sus contras antes tapadas por la idealización.
Un punto importante en esta crisis es poder dejar esta primera etapa en el pasado, como un recuerdo bonito de lo que fue un comienzo de la relación, y así poder vivir la elección real de mi pareja, ya que si no, podemos caer una y otra vez en la añoranza de esta etapa vivida, y querer revivirla una y otra vez, en vez de poder disfrutar lo conseguido en cada etapa de la pareja.
2ª Crisis en pareja: Esta etapa se caracteriza por cuidado de los hijos, y un aumento en los proyectos laborales y personales. En esta etapa es central el duelo de la “perdida” de la juventud. Se puede dudar de la elección de pareja.
Se sufre por la idea de que “esto es todo”; ”Ya no hay marcha atrás”, “Hay veces que no me apetece tener relaciones sexuales”. Los problemas surgen cuando estas frustraciones se las colocamos a nuestra pareja como culpable de nuestra situación, en vez de asumir que ya no soy aquel o aquella que fui y fantasee con ser. En esta crisis se suele buscar algo (experiencias) o alguien (amantes) que vuelvan a situar a la persona en la primera etapa de enamoramiento, que vuelva a ser aquel o aquella héroe o heroína que anhelo ser, sentirme joven y evitar así verme con las limitaciones que trae el paso del tiempo.
Pero también afrontar esta crisis refuerza enormemente la relación y a la propia persona. Si los miembros de la pareja asumen como propia la “perdida” de la juventud, y colocan a su pareja y a su relación como un lugar donde apoyarse y aceptarse se buscaran nuevas formas de sentirse “joven” pero mirando al futuro con nuevos proyectos comunes, aceptando así los cambios propios que genera el crecer individualmente y juntos.
3ª Crisis en pareja: En esta etapa es propia los cambios vitales, como la jubilación, la muerte de los padres, la independencia de los hijos… que puede traer un nuevo reencuentro entre la pareja, o evidenciar un vínculo no cuidado en el tiempo y deteriorado.
Si las anteriores etapas se han superado y afrontado sanamente, el vínculo de pareja será sólido y se realizaran nuevas alianzas; Se suele producir una gran aceptación de la pareja, y los proyectos comunes se transforman principalmente en cuidados y una placentera y tranquila compañía, donde cada miembro de la relación acepta y cuida la fragilidad del otro/a.
Criterios para una relación sana
Principio de separación: Poder definir espacios es la base de este criterio. Definir qué cosas son propias de la pareja, pero a la vez que espacios son de cada uno con sus mundos externos. La clave aquí está, no en que se hace, sino en cómo se hace, es decir, como se negocian estos espacios juntos o separados; ya que esto traerá una sensación de libertad u opresión que regulará el funcionamiento de la relación. En este punto hay un factor que ayuda a un vínculo sano y protector, y es crear un proyecto común de futuro, donde ambos lleguen a un acuerdo de hacia dónde quieren que se dirija su relación, y lo que quieren construir juntos.
Intimidad: La relación de pareja puede ser el lugar de mayor intimidad, donde más cosas se pueden compartir, y donde una persona más puede mostrarse, pero a la vez es el lugar donde más te puedes exponer, y a la vez el lugar donde más puedes perder. Mantener este equilibrio entre aquello que puedes ganar o perder con lo íntimo que sea el vínculo no es fácil; Cada pareja tendrá que elegir y negociar el grado de intimidad que quiere tener y necesita para sentirse unidos dentro de dicha relación.
Principio de igualdad de valor: Una parte imprescindible en cualquier relación simétrica es la igualdad. Conseguir una sensación de igualdad no suele ser tarea fácil, es más, la gran mayoría de discusiones en una pareja suele venir por no regular este principio. En este punto creo que es necesario hablar del lugar que ocupa la empatía en una relación de pareja. Cuando la persona logra ponerse en el lugar de su pareja, sin interpretarla, sin hacer juicios de valor, sin acusar, simplemente entendiendo aquellas carencias o debilidades que todos tenemos, e intentando ser un apoyo para afrontarlas y superarlas en vez de señalarlas como un instrumento para “ganar” o “llevar razón”, entonces los miembros de la pareja se convierten en un equipo donde se complementan y se ayudan en sus dificultades, y disfrutan de sus cualidades, y ahí es donde nos encontramos en un vinculo de igualdad donde podemos disfrutarlo.
Javier Sanz