Hoy de nuevo quiero compartir nuevos modelos de escuela, nuevos modelos de acompañar el desarrollo de nuestros niños y ese viaje hacia la mejor versión de ellos mismos que, en definitiva, es el aprendizaje.
En ocasiones previas os he confesado que yo no creo en un sistema como el que tenemos actualmente y que creo necesario que empiece una gran REVOLUCIÓN en educación.
Muchos docentes son conscientes de esta necesidad y por eso cada vez más en muchas escuelas se están implementando cambios y se está reestructurando tanto la escuela como organización como la forma de hacer las cosas. Si queréis saber más sobre escuelas revolucionarias no os puedo dejar de recomendar Escuelas que cambian el mundo de César Bona o Las leyes naturales del niño de Céline Alvarez, este os lo he recomendado millones de veces pero es que ¡me chifla!
Una de esta nueva forma de hacer las cosas son las COMUNIDADES DE APRENDIZAJE. Y es que, “para educar a un niño hace falta toda la tribu”.
Otra forma de hacer las cosas en la escuela: las Comunidades de Aprendizaje
Justo esto es lo que propone una comunidad de aprendizaje: no solo alumnos y maestros o profesores están involucrados en ese proceso o viaje que supone el aprendizaje: las familias, el entorno, el contexto socioeconómico del centro… todo tiene su lugar y su influencia en el aula. Uno de los gravísimos errores de nuestro sistema educativo actual es que pretende estandarizar y objetivar todo y, desde luego, un aula rural nunca va a ser igual que una en una gran ciudad, o una clase de un barrio muy humilde y con riesgo de exclusión social no se enfrenta a los mismos desafíos que unos alumnos de un barrio con una altísima renta. Es imposible aislar el aprendizaje del contexto donde se produce y del bagaje y las experiencias vitales de los alumnos.
Cuando la realidad entra en el aula de la escuela
Una Comunidad de Aprendizaje supone una transformación de la escuela y su apertura hacia la comunidad en ambos sentidos: la escuela interviene en la comunidad y la comunidad entra en la escuela.
¿Cómo? Veamos algunos ejemplos.
En Sevilla, el CEIP Andalucía, está en un barrio complicado, donde la escuela se ve afectada por características y problemas sociales que van más allá de ella.
https://www.youtube.com/watch?v=8cJKpVFmrpU&t=1s
En Barcelona, el CEIP Mare de Déu también se encuentra en una zona en la que surgen problemas sociales debidos a la multiculturalidad y el riesgo de exclusión social de algunos de sus alumnos
http://www.fracasoescolar.com/conclusions2006/msoler.pdf
Transformando la escuela en una comunidad de aprendizaje han conseguido paliar esos factores de tipo social que afectaban a los alumnos de forma negativa pero, además, realizan una labor social enriqueciendo y mejorando ese entorno. Los maestros de las escuelas que funcionan como comunidades de aprendizaje son guías que tienen un gran impacto en la vida de la comunidad.
Ventajas de esta manera de hacer las cosas: Soñando una nueva escuela
Abrir la escuela a la comunidad tiene numerosos beneficios: el más inmediato es la colaboración e integración de las familias en el centro: ellas también forman parte del aprendizaje, entendido como el proceso de crecimiento personal de los alumnos que, imperativamente, debe ir acompañado por profesores y padres, en la misma dirección.
Inmediatamente también este tipo de escuelas consiguen objetivos sociales, tienen un impacto más allá de sus alumnos. En las escuelas que proponíamos como ejemplo se ofrecen programas de alfabetización para extranjeros y otros colectivos que no han tenido acceso a una educación. También se abre la escuela a otros colectivos como la tercera edad. Algunos programas intergeneracionales ponen en contacto a niños de las escuelas infantiles o a adolescentes con mayores, teniendo un gran impacto en ambos grupos de edad.
Os invito a seguir indagando en este mundo de las comunidades de aprendizaje donde la educación es un proceso dialógico y democrático, que incluye a toda la comunidad y consigue generar un verdadero impacto en ella, produciendo una transformación en la sociedad y desarrollando actitudes de respeto a la diversidad y solidaridad no solo entre los alumnos sino también entre todos los que participan de las actividades de la escuela. En definitiva, consigue ser una escuela que consigue un mundo mejor.
Ana Rivas